miércoles, 2 de diciembre de 2009

Día 1

Parada: Orihuela. Tierra de Miguel Hernández. Siempre lo pienso cuando paso por aquí en Cercanías. Pero ahora no voy en Cercanías, sino en el Talgo, y el tren no va a Alicante, sino a Barcelona. No encuentro mi reproductor Mp3 así que lo más seguro es que viaje son música estas tres semanas. Pero creo que así es mejor, porque me podré concentrar más en los sonidos que hay a mi alrededor. Me había agenciado toda la discografía de Paul Simon para la ocasión, pero creo que habrá de esperar.

Me acompañan dos empanadillas (me acabo de comer una :-) y el paisaje, que por cierto me han dado mirando hacia adelanta y en medio de la ventana :-) Y eso ya me pone muy contento de por sí.

De momento, un viaje en tren. Mi viaje favorito, del que sólo cuardo fotos impresas, que son las mejores. Fue el viaje a Namibia en la Semana Santa de 2002, de Windhoek a Tsumeb. 400Km al norte de la capital y 18 horas de viaje (Que es mejor que tardar 44 horas para los mismos km, pero eso fue en Madagascar, y no fue en tren. Y esa es otra historia). Iba con Manuel y Jacob, los dos primeros años de Swazilandia, español y noruego. Queríamos ver el norte, y la reserva de Etosha, que es una de las más importantes de África, tal vez después de Masai Mara, Kruger y Okovango. El tren iba a durar unos 8 horas. Era un tren nocturno. Conseguimos billetes para estudiantes, y justo antes de salir de casa de nuestro amigo Sebastian que nos alojaba (un antiguo profesor de química de Waterford Kamhlaba), y llegábamos tarde, o eso, o Sebastian era un conductor muy rápido. Pero resulta que era una hora menos, y no nos habíamos dado cuenta en los tres días que llevábamos en el país. Resulta que Nambia es el único país de toda África del Sur que cambia la hora en otoño y primavera. Y aquel tren fue el único horario que teníamos de referencia.

Aunque Namibia me pareció un país bastante organizado para los estándares africanos, el principio del viaje fue una pesadilla. Salío una hora tarde, y cuando estábamos sentados (al menos los asientos estaban rotos y podíamos acostarnos... No hay mal que por bien no venga), el tren comenzó a ir hacia atrás y enganchar más vagones. Quizás los trenes en Europa hacen esto de forma suave, no lo sé, pero allí era terrible porque todo el tren se convulsionaba hacia adelanta y atrás, y era imposible estar tranquilo. Luego seguía un poco hacia adelante, pero en seguida volvía hacia atrás y enganchaba más vagones. Así durante hora y media.

Después de unas cuentas horas de viaje, el tren se detuvo en un lugar en medio de la nada, cuyo nombre no recuerdo muy bien, pero era algo así como Okiwarango. Allí nos tuvimos que bajar del tren y esperar tres horas hasta coger el siguiente (esto no estaba ni en el billete ni en el horario previsto). En aquel pueblecito vi salir el sol, iba yo con mi poncho que me regaló Lau, justo detrás de una máquina de tren que tenían puesta en la estación. Hacía frío, el amanecer de la estepa africana.

A partie de entonces el viaje mejoró. El tren en el que nos montamos ya no era todo de asientos, sino de compartimentos, como los que había antiguamente en España y todavía quedan en Europa. Así que tuvimos un compartimento para nosotros solo. Entonces el tren comenzó a parar, de vez en cuando, y la máquina se marchaba, y tal vez volvía una hora después, y allí nos quedábamos en medio de la llanura. O tal tardaba dos, nunca se sabía. La gente aprovechaba para salir y pasear por aquel campo, sin mucha prisa. Fue una especie de viaje de libertad, nunca sabías lo que iba a pasar.

Recuerdo que dentro del tren había una mujer de la etnia herero con un vestido típico rosa fuxia. Era como viajar en un museo, a los ojos de un europeo (que seguramente vemos en todo lo distinto un museo). Cuando el tren se ponía en marcha, iba tan lento que podía abrir la puerta del vagón y sentarme en las escaleras para que me diera el aire en la cara. Era como montar en moto, pero en tren.

Espero poder ir poniendo las entradas en el blog cuando vaya parando en las distintas ciudades, pero voy a intentar en Alicante y Valencia ver si me funciona el WiFi :-)
(Bueno, finalmente ni Alicante ni Valencia me dejaron conectarme, así que me he tenido que esperar a llegar a casa de Sofía :-) Por lo que le dedico esta entrada a ella! )

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